viernes, 7 de mayo de 2010
UNA HISTORIA REPETIDA
Un nuevo primero de mayo
pa el pataleo festivo,
un escape controlado,
y ¡ea!, el personal más crecido.
Que el orgullo no se vea
por nadie ninguneado,
y aunque parezca que tragan,
por la indignidad, no han pasado.
-Los curritos comprendemos,
que hay una crisis mu mala, pero,
¿cuándo no la habío, ésta? ¡Mecachis!
¿La habré yo provocao?
>Mi barrio; de veinte años p’acá,
tiene aceras, y argún que otro árbol.
Sus banquitos pa sentarse, y en ellos:
¡una jartá de paraos!
>Tonces; como ahora, -¡y como siempre!-,
la crisis no nos faltaba, un ponés.
Pero, los que se lo llevaban; el Banco de España; y
otros prendas, a nosotros no nos l’achacaban.
>Ni la patronal tampoco, mire usté;
un despido improcedente
y se lavaban las manos.
Eso sí: mogollón más ¡para las colas del paro!
>Antes no había globo -uno supiera-;
y en la plaza, los paraos, a filosofar
atentos, por si el trabajo surgiera.
Pero, con la globalización, ¿esto?: ¡ni aquéllo siquiera…!
¿Adónde mirar ahora
con tan sombrío horizonte?,
se preguntará abrumado,
el siempre atribulado, y acorralado, currante.
Hesitará -¿cómo no hacerlo?-
del moderno empresariado,
que tantas expectativas trajo
y que tan poco han durado.
De sus camaradas sociales,
liderando el sindicato, -qué pensar,
una vez tal quebranto-; con su oculta acondroplasia,
no supieron prever, lo que después ha llegado.
Tal vez, ¡ay…!, con los políticos actuales,
¿tendrán sus males remedio? Bueno…
De ilusión también se vive, pero,
viendo lo que ven sus ojos, mejor no correr el riesgo.
Con tan negro panorama,
acabará perturbado: a oscuras,
ciego, torpemente lucubrando,
sin saber a dónde ir, para remediar tanto daño.
He dicho.
pa el pataleo festivo,
un escape controlado,
y ¡ea!, el personal más crecido.
Que el orgullo no se vea
por nadie ninguneado,
y aunque parezca que tragan,
por la indignidad, no han pasado.
-Los curritos comprendemos,
que hay una crisis mu mala, pero,
¿cuándo no la habío, ésta? ¡Mecachis!
¿La habré yo provocao?
>Mi barrio; de veinte años p’acá,
tiene aceras, y argún que otro árbol.
Sus banquitos pa sentarse, y en ellos:
¡una jartá de paraos!
>Tonces; como ahora, -¡y como siempre!-,
la crisis no nos faltaba, un ponés.
Pero, los que se lo llevaban; el Banco de España; y
otros prendas, a nosotros no nos l’achacaban.
>Ni la patronal tampoco, mire usté;
un despido improcedente
y se lavaban las manos.
Eso sí: mogollón más ¡para las colas del paro!
>Antes no había globo -uno supiera-;
y en la plaza, los paraos, a filosofar
atentos, por si el trabajo surgiera.
Pero, con la globalización, ¿esto?: ¡ni aquéllo siquiera…!
¿Adónde mirar ahora
con tan sombrío horizonte?,
se preguntará abrumado,
el siempre atribulado, y acorralado, currante.
Hesitará -¿cómo no hacerlo?-
del moderno empresariado,
que tantas expectativas trajo
y que tan poco han durado.
De sus camaradas sociales,
liderando el sindicato, -qué pensar,
una vez tal quebranto-; con su oculta acondroplasia,
no supieron prever, lo que después ha llegado.
Tal vez, ¡ay…!, con los políticos actuales,
¿tendrán sus males remedio? Bueno…
De ilusión también se vive, pero,
viendo lo que ven sus ojos, mejor no correr el riesgo.
Con tan negro panorama,
acabará perturbado: a oscuras,
ciego, torpemente lucubrando,
sin saber a dónde ir, para remediar tanto daño.
He dicho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario