martes, 6 de julio de 2010

LA CANÍCULA

“Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: fidelidad a la propia máscara.

Decía mi maestro Abel Martin –habla Mairena a sus discípulos de Sofística- que un hombre público que queda mal en público es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado. Bromas aparte –anadía-, reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel.

Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra; hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan –que os la impongan- vuestros enemigos o correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan imporosa e impermeable que os sofoque el rostro, porque, más tarde o más temprano, hay que dar la cara.”

(Juan de Mairena. Antonio Machado)

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