Dice José Luis Sampedro en Los Mongoles en Bagdad:
El Acontecimiento, el deseado detonante para poner en marcha los planes imperialistas, sobrevino el 11 de septiembre de 2001, fecha convertida ya en un hito para muchos comentaristas. La destrucción de las dos torres gemelas de Nueva York y el ataque al Pentágono, fruto de un espíritu de sacrificio y de un maquiavélico plan que superó todas las previsiones, causó una tremenda impresión en todo el mundo y no solo en Estados Unidos, incapaces de imaginarse vulnerables ante ataques de un enemigo invisible. (…) Algo de apariencia irreal como un relato más propio de la ciencia ficción.
No voy a repetir aquí los conocidísimos detalles de la catástrofe ni del desconcierto inicial en las altas esferas donde, vistas las cosas con la perspectiva de los belicistas –para quienes el crimen resultaba la señal de salida para sus planes-, el hecho se produjo muy oportunamente, pues, como informaron algunos periódicos días antes, existían tensiones entre civiles y militares dentro del Departamento de Defensa y hasta se hablaba de la dimisión del secretario Rumsfeld.
Y, continuando el autor, enfatizaba que el interés para evocar tan execrable crimen, viene de la ola de …horror y condena, de simpatía por las víctimas, de anhelo de vengaza, de inseguridad y, en fin, de miedo, (…) En cuanto al gobierno estadounidense la reacción mostrada, junto al dolor y la sorpresa, el orgullos herido, el asombro de que alguien se atreviese a hacerles semejante afrenta. (…) la pronta agresión contra Afganistán por Bush, para luchar contra el terrorismo… Para observar que enviar bombarderos contra terroristas es como pretender matar mosquitos con ametralladoras, pues: (…) Si un acto de terrorismo, por violento que sea, se eleva a la categoría de plaga universal y permanente, es para aprovecharlo con otros fines. Así, el terrorismo resulta ser el enemigo que le faltaba a los belicistas desde el hundimiento de la URSS…, que renovará el achaque para incentivar la necesidad del armamentismo, y toda invasión militar que venga bien al Rumsfeld de turno que, aprovechando convenientemente el miedo que en la opinión pública se instala frente al enemigo invisible, amenazando desde la sombra a cualquiera, esgrime que hay que atajar con reacciones contundentes mostrando consignas como “Libertad Duradera” o “Justicia Infinita”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario