sábado, 11 de septiembre de 2010

DECISIONES TERRORIFICAS

No ha sido, precisamente, España un país cuyos gobernantes se hayan prestado (con el paréntesis de Aznar en las Azores -bueno, González se vio inmerso en su postrera lucha antiterrorista, en una muy poco ejemplar trama, cuando aterraba y desesperaba la virulencia de la banda vasca en aquellos años-) a acciones desproporcionadas para combatir el terror, sólo justificado por ambiciosos intereses bastardos.
Dice José Luis Sampedro en
Los Mongoles en Bagdad:
El Acontecimiento, el deseado detonante para poner en marcha los planes imperialistas, sobrevino el 11 de septiembre de 2001, fecha convertida ya en un hito para muchos comentaristas. La destrucción de las dos torres gemelas de Nueva York y el ataque al Pentágono, fruto de un espíritu de sacrificio y de un maquiavélico plan que superó todas las previsiones, causó una tremenda impresión en todo el mundo y no solo en Estados Unidos, incapaces de imaginarse vulnerables ante ataques de un enemigo invisible. (…) Algo de apariencia irreal como un relato más propio de la ciencia ficción.
No voy a repetir aquí los conocidísimos detalles de la catástrofe ni del desconcierto inicial en las altas esferas donde, vistas las cosas con la perspectiva de los belicistas –para quienes el crimen resultaba la señal de salida para sus planes-, el hecho se produjo muy oportunamente, pues, como informaron algunos periódicos días antes, existían tensiones entre civiles y militares dentro del Departamento de Defensa y hasta se hablaba de la dimisión del secretario Rumsfeld.
Y, continuando el autor, enfatizaba que el interés para evocar tan execrable crimen, viene de la ola de …horror y condena, de simpatía por las víctimas, de anhelo de vengaza, de inseguridad y, en fin, de miedo, (…) En cuanto al gobierno estadounidense la reacción mostrada, junto al dolor y la sorpresa, el orgullos herido, el asombro de que alguien se atreviese a hacerles semejante afrenta. (…) la pronta agresión contra Afganistán por Bush, para luchar contra el terrorismo… Para observar que enviar bombarderos contra terroristas es como pretender matar mosquitos con ametralladoras, pues: (…) Si un acto de terrorismo, por violento que sea, se eleva a la categoría de plaga universal y permanente, es para aprovecharlo con otros fines. Así, el terrorismo resulta ser el enemigo que le faltaba a los belicistas desde el hundimiento de la URSS…, que renovará el achaque para incentivar la necesidad del armamentismo, y toda invasión militar que venga bien al Rumsfeld de turno que, aprovechando convenientemente el miedo que en la opinión pública se instala frente al enemigo invisible, amenazando desde la sombra a cualquiera, esgrime que hay que atajar con reacciones contundentes mostrando consignas como “Libertad Duradera” o “Justicia Infinita”.

Una manera, como otras, censurable, que hay que afear, porque ya estamos viendo como la invansión que seguidamente protagonizaron las mutinacionales del poder económico, a la saga de los marines, en Irak, (de Afganistán qué decir) terminará en unos días, dejando patente que el imperio del sistema capitalista no busca más tranquilidad que la dimanada del miedo que hay que tenerle a los poderosos señores que imponen el susodicho sistema, con el animoso objetivo de asegurar su poder, terrible con diferencia, a años luz, que ya es decir para los españoles, incluso del de ETA que otra vez quiere ponerse de actualidad con propuestas manidas.

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