miércoles, 14 de septiembre de 2011

VIVIR DEL ERARIO PÚBLICO(II)

El día 5 de septiembre pasado, tras la movida que se concentró en las puertas del Instituto Andaluz del Flamenco (IAF) a mediados del mes de agosto, el consejero Plata y la directora de éste, recibieron a una legación de artistas, con Pansequito al frente, para intentar aclarar posturas respecto a las reivindicaciones de la Asociación de Artistas Flamencos (AAF), en torno al esfuerzo que esperan de la administración andaluza para generar más trabajo en el sector (?).
También ya supimos de sus discrepancias en cuanto a la falta de equidad encontrada en los responsables públicos, a la hora del reparto de los contratos que generan. Lo cual, se planteó con el ánimo sosegado y confianza, por el mero hecho de ser recibidos, tras tiempo demandándolo, para poner fin a tantas carencias profesionales en el sector, como la asociación flamenca manifestaba tener, sobre todo -insistían- a la hora de la igualdad de oportunidades, no teniendo claro quién es el que toma la decisión de contratar a los artista, o si su contratación venía obedeciendo a la demanda que les llegaba de quienes han organizado los festivales, una protección al fin al cabo que, para muchos –Felipe Benítez Reyes dixit- y estoy de acuerdo, trasciende lo artístico.
Esto ya fue expuesto a la directora del IAF, en una reunión con ella a finales de julio, pero se negó a admitir que existiese tal subjetividad y amiguismo. De ahí que, tras el encuentro con Paulino Plata, todo quedara en el aire a expensas de acercar posturas en otra reunión, en los próximos días, en torno a lo considerado posible. Caso de las nuevas generaciones; la incorporación del flamenco al sistema educativo a todos los niveles, incluido el universitario; la bolsa de trabajo primando a los artistas jóvenes que empiezan, como a los maduros que no estén al cabo en nuevas tecnologías.
Mucha tela que cortar, pues, no se ve claro que esto sea lo perseguido por los “indignados”, reivindicando al flamenco tradicional frente a las nuevas tendencias que lo devalúan, y lo separan del que ha sido considerado patrimonio de la humanidad, porque ellos “son los autores” de los valores que con esta consideración se ampara, y no “otros que se están aprovechando” introduciendo variantes que lo tergiversan. Y, lo que piden es un “reparto más equitativo” y menos “pares y nones” favoreciendo el amiguismo que la Junta niega.
Así las cosas, a ver quién concilia posturas porque, el dinero público escasea y, en justicia deberá servir para ayudar a quienes tienen menos recursos, por ser jóvenes, y no por mostrar visiones modernizadas de lo clásico, que es posible que atraigan a la masa, según denuncian, desvirtuando el mismo arte. Mas, si no trasgreden, hay que darlos a conocer para posibilitarles que entren en el mundo artístico, y ser algo dentro de él. Ésa es la cuestión, sin tener que emigrar a lugares donde se decide quién va a ser o no figura en el mundo del espectáculo, en función del márquetin que se ponga a su disposición y en beneficio sólo de inversores puntuales.

¿Que con estas miras haya que tener presente, además, a otros valores que tengan dejada atrás la etapa de su juventud? Pues también. Ahí tenemos en estos momentos a Yoko Komatsubara, de promoción por Japón, con ayuda del IAF. Algo que de hacerse bien redundará en beneficio de todos. En estos casos los que protestan tienen que ser más rigurosos midiendo, cuando reclaman, que no se puede ir en contra de éstas, o de otros asociados por el mero hecho de estar a la sazón siendo incluidos, para que entren ellos. Así, como en los procedimientos que siempre requerirán más inversión que la demandada por quienes por su edad tienen menos necesidades económicas que cubrir. Todo es susceptible de abarcar, aunque siempre siendo escrupulosos con el uso de unos recursos ahora más que nunca limitados. Exigiendo a los responsables políticos y al público que los respalde o no, apoquinando, cuando expongan su arte; a la vez de beneficiar a todos de cara al turismo, la actividad comercial, y el prestigio cultural.

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