jueves, 7 de enero de 2010

Abril 2007

Luis de Córdoba en la Cátedra de Flamencología de la UCO.

Hacer pública mención de profunda satisfacción, y por esto de agradecimiento a quienes en la UCO confiaron y confían en el siempre inquieto maestro Agustín Gómez para hacer realidad su ilusionado proyecto de crear hace más de diez años su Cátedra de Flamencología en Córdoba, no es nada original porque, aparte de que en los media de cuando en cuando se reflejan estos sentimientos, es común entre la afición, semana tras semana y de boca a oreja, comentarlo y congratularse del disfrute que supone asistir a sus aulas.
Sin embargo, no siendo tampoco inédito, hacerlo para abundar en el feliz hallazgo, para muchos, desde el comienzo del curso 06-07 hasta la fecha en que ya está próximo el fin del actual, de la brillantísima y bien aprovechada labor investigadora y de divulgación oral del soberbio aficionado que es Luis Pérez Cardoso, en la difícil y ardua tarea de los lunes por ofrecer el fruto de un trabajo concienzudo de recuperación del vasto e intrincado campo del acervo histórico flamenco, en una fresca puesta al día que ha conseguido impresionar y mantener la expectativa de unos embelezados y entregados alumnos/as, no es ser reiterativo ni mucho menos adulador, dios nos libre. Y todo, siendo justo, sin olvidar la competente y oportuna presencia del profesor de guitarra del Conservatorio, Paco Serrano.
Comprendo que a nadie sorprenda a esta altura, le guste más o le guste menos, la fulgurante trayectoria profesional del cantaor Luis de Córdoba, conocido también de buena parte de la afición por su celebrada faceta de conferenciante, escritor y mecenas, desde que en 1972 consiguiera ser noticia por hacerse con la máxima distinción del certamen que por entonces se convocara en la cordobesa localidad de Cabra, y que al cabo de esos, más de 35, años haya sido capaz de consolidar ese logro no ya de reconocida y destacada, en multitud de foros, figura del cante, sino de portento intelectual que sin hacer ruido se interna en el frondoso y secular archivo del flamenco para pulir y mostrar el tesoro musical que, no siendo suficientemente conocido y valorado entre los propios, halla para elevarlo de nivel en estos tiempos de imparable globalización, contribuyendo a resaltar un singular prisma del ser andaluz, a años luz del folclorismo huero y, más en sintonía con aquel otro paladín que hace medio siglo se hiciera notar por su buen hacer: el hispanoargentino González Climent.

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